miércoles, 11 de agosto de 2010

Retenciones: Necesitamos un vedadero debate


El renovado debate que se lleva a cabo en Argentina, sobre las denominadas retenciones a las exportaciones, permite visualizar algo que ocurre con demasiada frecuencia en la política contemporánea no solo local, sino del continente y buena parte del planeta.

Los partidos políticos ya iniciaron el debate.

Los opositores parecen haber coincidido en la necesidad de acotar las tan polémicas “facultades extraordinarias” de las que disponía el oficialismo.

Sin embargo, cuando de llevarlo a algo mas concreto se trata y el debate de las retenciones apenas pretende asomar, los que aspiran a construir una opción de poder para la próxima compulsa electoral, empiezan a tropezar con sus propias limitaciones e inconsistencias de fondo.

Cierta inercia que nos propone la dinámica electoral, invita a optar entre unos y otros en cada elección, y en ese esquema intentan mostrarse como diferentes remarcando lo que, suponen, sus profundas distancias ideológicas.

Lo cierto, es que a poco que nos aproximamos a la controversia, vemos que tales divergencias no lo son, siendo solo simples tonalidades de una misma visión compartida por gran parte del arco político.

La discusión por las retenciones, parece reducirse cada vez mas a cuales si, y cuales no, cuanto si y cuanto no. Que la soja, que el maíz, que el trigo, que esto si, que esto no.

En definitiva nadie discute la moralidad o no de la medida, mucho menos aun su constitucionalidad, o hasta eventualmente su legitimidad , lo que anula el debate moral y pone nuevamente en la cresta de la ola, al tan promocionado pragmatismo de estos tiempos.

Algo similar sucede en otros debates y no solo en este.

Pasa en Argentina, pero también en el resto del mundo con distinta intensidad y otros ingredientes.
Las discusiones partidarias culminan siendo entre pragmáticos, entre similares, entre semejantes o casi gemelos. Solo se discuten tonos, matices, pero nadie se anima a llegar al fondo de la cuestión, al menos para evaluarla como posibilidad, o incluso descartarla.

Todos se llenan la boca hablando de la perversidad de los sistemas, pero cuando tienen la oportunidad de derribarlos, los confirman, y creen que atemperándolos lo mejoran.

La política mundial debe animarse a decir lo que piensa, ser menos políticamente correcta y más honesta con sus profundas convicciones.

Así al menos, acertados o equivocados, podrán recuperar la credibilidad que vienen perdiendo inexorablemente y que es imprescindible por el bien de las democracias que se recupere para que aparezca ese punto de inflexión que solo amaga y no termina de surgir.

El desconcierto parece ser contagioso y alcanza niveles impensados que llega a economistas, intelectuales y hasta productores de los sectores directamente impactados que parecen tener temor de decir lo que piensan, por vaya a saber que raro prurito.

1 comentario:

julio-Debate Popular dijo...

Creo que el debate de las retensiones debe darse sin la mediatización de por medio que entorpece y divide al pueblo argentino por los si o por lo no. Esto no se tiene que dar como en el pasado sino habriendo un poco la cabeza y entendiendo los momentos del país y lo que se puede y no se puede hacer. Seguramente a muchos les convendra en el proximo año que se hable de retensiones para fragmentar politicamente al adversario politico que en este caso significa el gobierno en post de gobernar pero eso no garantiza que el que venga no se encuentre con necesidades y que tome peores medidas.