sábado, 13 de marzo de 2010

Hay que generar confianza para atraer más inversiones



En los años de la Segunda Guerra Mundial, nuestro país era el líder económico regional. Eran los años en que se hablaba primero de la Argentina y después del resto de América latina. Y no era para menos: hacia 1950, nuestro PBI era casi el tercio de toda la región, un 40% superior al de Brasil y México.

Ese mundo de hace más de medio siglo es inimaginable para los jóvenes de hoy, que viven en un país que ha venido perdiendo gravitación y nos encuentra en la celebración del Bicentenario ocupando apenas el tercer lugar en el ranking de los PBI latinoamericanos. Hoy, nuestra economía se ha reducido a la quinta parte de la brasileña y a la tercera parte de la mexicana.

Chile tenía en 1950 un PBI que era apenas la séptima parte del nuestro, mientras que en la actualidad representa ya la mitad. Algo similar viene ocurriendo con Colombia y Perú. Si nuestra importancia económica en 1950 equivalía al tercio de toda la región, en la actualidad equivale a menos del 10% de América latina.

Pero no es positivo quedarse en la añoranza del tiempo perdido: es hora de reflexionar acerca de qué debemos hacer para cambiar este largo proceso de estancamiento. Ni pensemos que este cambio debe ser encarado para restaurar liderazgos perdidos o construir ilusorias posiciones hegemónicas: nuestra visión tiene que ser profundamente humanista.

Debemos buscar nuevos rumbos, porque la prosperidad económica es la condición necesaria para abatir la pobreza y extirpar la indigencia de nuestra gente. Y como no creemos en el "derrame automático" decimos apenas "condición necesaria", no suficiente, ya que también necesitamos políticas sociales que aseguren la igualdad de oportunidades.

La experiencia mundial nos señala que existe una triple vía hacia la prosperidad económica: expansión de las exportaciones, alto nivel de inversión y confianza de la población en su propio futuro, es decir, que no haya fuga de capitales.

Para crecer hay que invertir, pero además es necesario fortalecer un sector exportador competitivo. Nuestras exportaciones han venido creciendo en la última década, estimuladas por una onda expansiva de la demanda mundial potenciada por los asiáticos y sus demandas de alimentos, minerales y energía. Pero si se considera el comportamiento exportador del resto de los países latinoamericanos se observa que nosotros no ocupamos los primeros lugares en la tabla de posiciones del aumento de exportaciones. Delante de nosotros están Bolivia, Perú, Brasil, Nicaragua, Chile, Uruguay, Paraguay y Colombia.

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