miércoles, 30 de junio de 2010

"Estamos a tiempo de ser un faro cosmopolita del cono sur"



El armado de una política de desarrollo económico se está transformando en una de las principales estrategias para el crecimiento sostenido de las ciudades.

Que una ciudad pueda ingresar a un sendero de mejora sustentable, involucra la administración geográfica de dinámicas que tienen que ver con aspectos demográficos, ambientales, educativos, culturales, además de lo puramente económico. No contemplar esta complejidad en su conjunto puede producir efectos negativos como migraciones de población altamente calificada o malinversión en infraestructura.

Es necesario aceptar que las políticas públicas operan sobre una traza que las excede y las condiciona.

En estos tiempos, las ciudades compiten entre sí por la atracción de inversiones productivas de calidad. Ellas son las que colaboran para que una ciudad tenga trabajo de alto valor agregado pero también exigen que esas ciudades sean ámbitos donde sea agradable vivir.

Una ciudad que aspire a convertirse en un atractor de inversiones de alta calidad debe poseer ciertos atributos como condición, sin los cuales los resultados de sus políticas de desarrollo serán limitados.

En primer lugar, la calidad educativa debe ser la prioridad. En la sociedad del conocimiento, las actividades que producen mayor riqueza son las relacionadas con la creatividad, el talento y la innovación. Gestionar estos factores es posible y necesario, sólo se requiere tener una estructura educativa más flexible y orientada al aprovechamiento de lo que las nuevas tecnologías tienen para ofrecer en estos ámbitos.

La política pública relevante en este caso implica contar con un cuerpo de educadores acorde a los tiempos que corren, e incentivados para transitar el camino de la investigación permanente.

La calidad de vida en la ciudad es otro aspecto clave a la hora de producir e invertir en ella. Una ciudad donde sus factores de calidad ambiental se encuentran subestimados o donde no se invierte en la seguridad de sus habitantes es un lugar donde vivir puede resultar angustiante y sacrificado. Si este aspecto no es tenido en cuenta, aun contando con una población de buena calidad educativa, puede resultar poco atractivo producir en ese ámbito o que se realice a precios inferiores de los de otras ciudades.

La calidad de vida de una ciudad no sólo es un reclamo de sus habitantes. También es un requisito para el establecimiento de las mejores actividades productivas y la radicación de los habitantes más talentosos. Es una inversión en Desarrollo Económico.

Una ciudad insegura, con un tráfico insoportable o con mala calidad de higiene no es una ciudad en la que elegiría vivir un alto ejecutivo de una importante
empresa. Pero también sería un costo para un nativo talentoso que puede obtener trabajo en cualquier lugar del mundo. Otro aspecto que hace a la radicación de actividades productivas de alto valor agregado tiene que ver con las regulaciones y el clima de negocios de una ciudad.

No hay incentivos para producir en ciudades donde las regulaciones son tales que corromper o aceptar que se quiebren las leyes para establecer un negocio, se empieza a establecer como moneda corriente

Los negocios son un activo escaso, y muchas ciudades importantes los seducen con buenas condiciones, por lo que es imprescindible generar una ciudad empática en estos términos. Su calidad a la hora de hablar el lenguaje de los empresarios, entender sus necesidades, estar cerca de sus problemas, es decir, facilitar la radicación de negocios, son puntos que deben formar parte de políticas públicas que se sostengan en el tiempo.


Después de que todos estos factores hayan sido analizados, se puede pensar en el armado de una estrategia productiva que contemple el estímulo a las actividades en donde la ciudad presente las mejores ventajas competitivas.

Seguramente estas actividades ya existen y no es necesario una gran creatividad para identificarlas.

En el caso de Buenos Aires, ha venido profundizando un importante crecimiento en el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación, en las industrias creativas como la audiovisual, la música, la editorial y de contenidos; y todas las actividades relacionadas con el diseño.

Una buena política de desarrollo económico, identifica estas actividades y les brinda un camino rápido para su crecimiento.

Finalmente, está el aspecto comunicacional. Una ciudad con muchas cosas buenas para contar tiene que contarlas. Sobre todo, si esta ciudad se encuentra lejos de las grandes corrientes comerciales del globo.

Buenos Aires tiene oportunidades y está muy a tiempo todavía para convertirse en lo que supo ser: un faro cosmopolita en el cono sur.



Por Francisco Cabrera
Ministro de desarrollo Económico de la Ciudad de Buenos Aires

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