jueves, 22 de mayo de 2008

Servicio


Las Comunidades de Sant'Egidio, diseminadas en el mundo, se reúnen en los diversos lugares de oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de las "multitudes cansadas y abatidas" (Mt 9,36) de las que habla el Evangelio. En aquellas multitudes antiguas están presentes las multitudes abatidas de las ciudades contemporáneas, los millones de prófugos que continúan abandonando sus tierras, los pobres dejados al margen de la vida y todos aquellos que esperan que alguien cuide de ellos. La oración comunitaria recoge el grito, la invocación, la aspiración, el deseo de paz, de curación y de salvación que tienen los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Asciende incesantemente al Señor para que la angustia se transforme en esperanza, el llanto en alegría, la desesperación en gozo, la soledad en comunión. Y para que el reino de Dios venga pronto entre los hombres.

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