miércoles, 18 de febrero de 2009

Federico Pinedo, en exclusiva

martes, 3 de febrero de 2009

Pistola


La próxima vez, vengan con sus mujeres. Ya estoy cansado de cogérmelos a ustedes".
La pornográfica frase retrata mejor que ninguna la personalidad de Guillermo Moreno, el controvertido secretario de Comercio Interior de la era K. Se la dijo a los representantes de las petroleras más grandes del mundo en nuestro país cuando visitaban su despacho.
La política del garrote (Editorial Sudamericana), el último libro de los periodistas Diego Cabot y Francisco Olivera, autores de Hablen con Julio. De Vido y las historias ocultas del poder kirchnerista, quienes en esta oportunidad se meten con otro ícono del Kirchner: el "Napia", como se conoce a Moreno desde sus días de ferretero y militante del PJ en los 70.
Soberbio, mesiánico, feroz, insobornable, caprichoso, esotérico, implacable, violento y católico ferviente. Todos son, según la biografía, calificativos que le calzan al hombre que mantiene a raya la inverosímil inflación nacional y que es temido en círculos empresarios. Sin embargo, detrás de éste duro del gobierno que "se cargó a cuatro ministros"
Como disfruta repetir- los autores aseguran que se esconde un frágil militante que jamás ganó una elección (salvo una del centro de estudiantes de la UADE) ni fue al frente de batalla durante los años oscuros de la Argentina.
Otra anécdota presente en el libro muestra su modus operandi a la hora de negociar. Cuando era secretario de Comunicaciones, tres ejecutivos de telefónicas entraron a su despacho y lo saludaron. No hubo respuesta. Moreno estaba de espalda y tenía la camisa afuera del pantalón. Esperaron hasta que se diera vuelta. Al ver lo jóvenes que eran, los hizo mostrar las suelas de sus zapatos y remató: “Están sin gastar, no han caminado nada”.
“Les voy a explicar una cosa: esta nueva gestión se va a manejar con pelotas y el que tiene las pelotas más grandes soy yo. ¿Me escucharon?”, los retó. Los ejecutivos sólo atinaron a asentir y ahí fue cuando uno de ellos asegura haber visto un arma en el escritorio de Moreno. Ese día nació otro de las ficciones que cimenta su fama de duro y malevo a la hora de negociar. Y con ella, un nuevo apodo: "Pistola".